En uno de los análisis electorales más reñidos de los últimos tiempos, el estadístico Nate Silver reveló los resultados de su modelo de pronóstico para la elección presidencial de Estados Unidos, tras ejecutar 80,000 simulaciones. Según este modelo, Kamala Harris, candidata demócrata, tiene una probabilidad apenas superior al 50% de ganar el Colegio Electoral, colocándose en una ventaja casi simbólica del 50.015%. En comparación, Donald Trump y las probabilidades de un empate en el Colegio Electoral capturan el 49.985% restante, en un escenario donde una diferencia de solo 294 simulaciones inclina la balanza a favor de Harris.
El análisis de Silver, conocido por su precisión en elecciones pasadas, da cuenta de una carrera tan ajustada que podría decidirse por un puñado de votos en estados críticos. A medida que el modelo avanzaba, Harris obtuvo una ventaja temprana, con un margen del 50.7% frente al 49.3% en la simulación número 18,000. Sin embargo, Trump y la posibilidad de un empate remontaron rápidamente, haciendo que las probabilidades oscilasen dramáticamente en un contexto de alta incertidumbre. Finalmente, en la simulación 79,281, Harris se consolidó con una racha ganadora, llevándose 15 de las últimas 17 simulaciones y logrando una ligera ventaja que mantuvo hasta el final.
El modelo de Silver tiene un margen de error reducido debido al gran número de simulaciones, aunque persiste una ligera variación estadística. Como resultado, la probabilidad de Harris en el modelo es apenas superior a la de un volado de moneda. Esto se debe a que el modelo es probabilístico, lo que significa que no ofrece una predicción definitiva, sino una tendencia. Con la carrera presidencial tan ajustada, Silver comenta que este margen mínimo es inusual, incluso en sus cinco elecciones presidenciales anteriores.
Además, Silver resalta que en el pasado, su modelo favoreció de forma más clara a los candidatos, como fue el caso de Barack Obama en 2008 y 2012, e incluso Hillary Clinton en 2016, donde a pesar de su derrota, los modelos reflejaban una ventaja comparativa sobre Trump. En cambio, este año, el escenario es mucho menos predecible. Silver añade que, aunque inicialmente el modelo mostraba a Joe Biden como el perdedor ante Trump, la elección de Kamala Harris como candidata demócrata parece haber equilibrado las probabilidades, llevando la contienda a un terreno casi de igualdad.
Este año, la competencia parece girar alrededor de estados clave, como Wisconsin, Michigan y Arizona, donde las encuestas mantienen márgenes extremadamente estrechos. En Arizona, por ejemplo, Trump lidera en los sondeos, pero algunos indicadores sugieren que Harris ha tenido un ligero repunte entre los votantes latinos en las últimas semanas.
A diferencia de años anteriores, donde se observaban claras tendencias en los sondeos, 2024 se perfila como una elección inusualmente tensa y poco predecible. Silver destaca que si bien hay un componente de azar en el modelo, la elección no será un “volado” literal, sino que dependerá de la participación y del voto en estados decisivos. Este análisis invita a los votantes a participar activamente, pues en un escenario tan reñido, cada voto cuenta para decidir el rumbo del país.