Corría el año 1985 cuando Hugo Chávez era un cadete de las Fuerzas Armadas venezolanas. Ese año, por obra de una gran coincidencia que lo acompañaría hasta el final de sus días, el entonces hombre humilde de 32 años y procedente de los llanos conoció en Caracas a una mujer que se convertiría en una gran amiga, en su cuñada y en su asesora espiritual.
Cuando Chávez supo que Cristina Marksman era vidente y lectora de cartas, no dudo en consultarse con ella. Para nadie es un secreto que los llanos venezolanos es una región donde los mitos y las leyendas forman parte de la creencia popular. En esas tierras se inspiró Rómulo Gallegos para crear a Doña Bárbara, una mujer aficionada a la hechicería.
En una casa ubicada en el oeste de Caracas frecuentaban las reuniones de Chávez y las Marksman, lugar donde surgió el amor entre él y Herma, una profesora originaria del estado Bolívar.