En la historia, los tiranos han dejado una huella imborrable con su ejercicio del poder absoluto. Desde Hitler hasta los líderes de la dinastía Kim en Corea del Norte, los dictadores han empleado una estrategia precisa para manipular, aterrorizar y someter a sus pueblos. Pero ¿cómo podemos identificar a los tiranos modernos? ¿Qué perfil psicológico comparten y cuál es el guion que utilizan para dominar sociedades.
El perfil psicológico de un tirano
Aunque cada tirano tiene su propia marca, los estudios psicológicos señalan que varios rasgos comunes definen a quienes buscan un poder absoluto:
- Narcisismo extremo: El tirano contemporáneo posee una autoestima inflada, se cree «salvador» y «elegido». Con esta imagen, el tirano exige adoración y justifica cualquier acción en nombre del «bien común». Se considera superior y ve a sus seguidores como una “masa” sin individualidad.
- Paranoia constante: La desconfianza es su compañera. Sienten que cualquier persona a su alrededor puede traicionarlos. Esta paranoia no solo los hace eliminar rivales reales o imaginarios, sino que justifican sus actos más atroces como una «defensa» ante enemigos.
- Empatía selectiva o ausente: Aunque pueden fingir sensibilidad por causas populares, los tiranos no dudan en ignorar el sufrimiento humano si esto refuerza su poder. El sufrimiento ajeno no los afecta, y tienen una visión fría y calculadora de sus acciones.
- Fascinación por el control: Este rasgo es clave; los tiranos disfrutan subyugando y moldeando a las personas a su imagen. Este control puede ir desde limitar las libertades hasta regular la información que llega a sus sociedades.
El guion de un tirano para dominar una sociedad
La docuserie «Cómo se convirtieron en tiranos» revela un patrón preciso que muchos dictadores han seguido para hacerse con el poder y mantenerlo. Este «manual» no solo es un recordatorio del pasado, sino una advertencia para identificar a los líderes contemporáneos que puedan ir por ese camino. Así es cómo funciona su plan:
Paso 1: Conquistar el poder con promesas y carisma
Al principio, los tiranos no aparecen como opresores. Suelen posicionarse como líderes visionarios o «salvadores» de la nación. Hablan de un pasado dorado y presentan a un enemigo en común: los culpables de la decadencia actual, como lo hizo Hitler en su ascenso. Este recurso de «restauración» conecta con las emociones de la población y los lleva a un poder legítimo… al menos inicialmente.
Paso 2: Eliminar a los rivales y críticos
Una vez en el poder, el tirano se asegura de que no haya rivales. La crítica se convierte en traición, y la disidencia, en una amenaza. Un líder con tendencias autoritarias elimina, desprestigia o intimida a sus oponentes. Esta limpieza asegura que su poder no pueda ser desafiado, como hizo Saddam Hussein, quien incluso llegó a purgar a su círculo más cercano.
Paso 3: Gobernar mediante el miedo
El miedo es uno de los instrumentos más eficaces para el control absoluto. El tirano se convierte en juez y verdugo, y usa el castigo como ejemplo. Los ciudadanos saben que cualquier desobediencia puede tener graves consecuencias, como lo impuso Idi Amin en Uganda. Bajo este clima de terror, la sociedad se convierte en una audiencia silente.
Paso 4: Controlar la verdad y manipular la narrativa
Para asegurar el poder, el tirano restringe la información y moldea la narrativa. La propaganda y la censura se convierten en herramientas esenciales: todo lo que no encaje en su discurso es suprimido, y los medios o la educación se convierten en aliados. Stalin perfeccionó este arte en la URSS, asegurándose de que su “verdad” fuera la única accesible.
Paso 5: Crear una «nueva sociedad»
Un líder tiránico busca no solo dominar a las personas, sino también moldear sus mentes. Ya no se trata de gobernar, sino de construir una nueva realidad, una “sociedad ideal” acorde a sus propios valores. Esto implica reformas, adoctrinamiento y propaganda que proyecten la idea de que él es el único líder adecuado para ese futuro, como lo intentó Muamar al Gadafi en Libia.
Paso 6: Gobernar para siempre
Los tiranos contemporáneos también aspiran a la eternidad, aunque no se vean como dictadores en el sentido tradicional. Buscan permanecer en el poder sin importar los métodos, ya sea eliminando límites de mandato o asegurando la continuidad de su dinastía, como hizo la familia Kim en Corea del Norte. Crear un culto a la personalidad es una manera de perpetuar la figura y, con ella, el sistema de opresión.
El peligro de los tiranos disfrazados de líderes
El riesgo de la tiranía actual es que algunos líderes modernos no utilizan los métodos crudos de los tiranos del pasado. Se disfrazan de defensores de la democracia y usan el sistema legal para moldearlo a su conveniencia. La vigilancia y la crítica se vuelven necesarias para evitar que estos líderes se consoliden en el poder con el tiempo.
Identificar a un tirano en el presente puede ser más complicado de lo que parece. El narcisismo, la paranoia, el control de la verdad y la manipulación del miedo siguen vigentes, aunque con disfraces más sutiles. La historia, sin embargo, nos ofrece un mapa claro de estos patrones, y la docuserie «Cómo se convirtieron en tiranos» nos recuerda que, aunque cambien los rostros, el guion y el perfil psicológico de la tiranía siguen siendo los mismos.