La embajadora de Israel en Costa Rica, Mijal Gur Aryeh, ha lanzado una alarmante advertencia sobre la creciente presencia de Hezbolá y grupos radicales iraníes en América Latina, específicamente en Venezuela, Bolivia y Nicaragua. Según Gur Aryeh, estos grupos cuentan con «bases» operativas en la región, lo que representa un grave riesgo para la seguridad local y global. La diplomática subrayó que los servicios de inteligencia israelíes han trabajado estrechamente con varios países latinoamericanos para interceptar células terroristas, logrando frustrar algunas operaciones en países como Brasil, Argentina, Perú, Colombia y México en el último año.
La embajadora también advirtió sobre las vinculaciones entre el terrorismo y el crimen organizado, destacando que grupos como Hezbolá están profundamente involucrados en el narcotráfico y otras actividades ilícitas. Esta combinación convierte a América Latina en un espacio estratégico para sus operaciones, lo que incrementa la necesidad de cooperación internacional para frenar el avance de estas amenazas en la región.
En los últimos años, la sombra de Hezbolá, el grupo chií libanés respaldado por Irán, ha comenzado a extenderse por América Latina, lo que ha suscitado preocupación entre gobiernos e instituciones de seguridad. Este movimiento, conocido tanto por su brazo político en el Líbano como por su faceta militar, ha sido catalogado como una organización terrorista por varios países occidentales, incluido Estados Unidos, debido a sus actividades violentas y su implicación en el terrorismo global. Su creciente influencia en la región representa una amenaza directa para la estabilidad y seguridad de las naciones latinoamericanas.
¿Qué es Hezbolá?
Fundado en 1982 durante la invasión israelí al Líbano, Hezbolá nació como una fuerza de resistencia, apoyada financieramente y militarmente por Irán, con el objetivo de combatir la ocupación israelí en el sur del Líbano. Con el tiempo, se consolidó como una organización multifacética, que combina un ala militar, un partido político en el Parlamento libanés y una red de servicios sociales en el Líbano. Sin embargo, lo que más preocupa a la comunidad internacional es su rol como actor clave en el terrorismo internacional.
Hezbolá ha sido acusado de llevar a cabo múltiples atentados terroristas en todo el mundo, destacando su implicación en el ataque de 1994 a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, que dejó 85 muertos y más de 300 heridos. Esta operación, según la inteligencia israelí, fue planeada y ejecutada bajo la supervisión de la embajada iraní en Argentina, revelando los estrechos lazos entre Hezbolá e Irán en sus actividades terroristas globales.
¿Por qué es un riesgo para América Latina?
La presencia de Hezbolá en América Latina no es nueva, pero ha cobrado mayor relevancia en la última década. Países como Venezuela, Bolivia y Nicaragua han sido señalados como territorios donde el grupo mantiene «bases» operativas, según recientes declaraciones de Mijal Gur Aryeh, embajadora de Israel en Costa Rica. Esta afirmación ha sido respaldada por informes de inteligencia que sugieren que Hezbolá utiliza estas naciones como plataformas logísticas y de financiación para sus actividades.
Existen tres razones principales por las que la presencia de Hezbolá en América Latina supone un peligro latente:
- Financiación a través del crimen organizado: Hezbolá ha desarrollado una estrecha relación con carteles de la droga y redes de contrabando. En países con alta actividad criminal, como Venezuela y Colombia, el grupo ha aprovechado la falta de control estatal y la corrupción para involucrarse en el narcotráfico y el lavado de dinero. Esta conexión no solo fortalece financieramente a Hezbolá, sino que también contribuye a la inestabilidad regional.
- Terrorismo transnacional: La capacidad de Hezbolá para organizar y llevar a cabo ataques terroristas en todo el mundo convierte su presencia en América Latina en una potencial amenaza de seguridad para todo el continente. Los expertos advierten que los entrenamientos paramilitares y la infraestructura clandestina que Hezbolá podría estar estableciendo en la región, representan un riesgo no solo para los países de acogida, sino también para las naciones vecinas.
- Alianzas con gobiernos autoritarios: El apoyo de algunos regímenes de la región, como los de Venezuela y Nicaragua, a actores como Irán y Hezbolá es motivo de alarma. Estas alianzas ofrecen a Hezbolá un refugio seguro donde sus operativos pueden moverse con mayor libertad y escapar del escrutinio internacional, lo que les permite fortalecer sus redes de operaciones y expandir su influencia.
¿Qué puede hacer la región para frenar la amenaza de Hezbolá?
La expansión de Hezbolá en la región es un desafío complejo que exige una respuesta conjunta. Países como Brasil, Argentina, Perú, Colombia y México ya han comenzado a cooperar con servicios de inteligencia extranjeros, como los de Israel y Estados Unidos, para interceptar células terroristas. Sin embargo, estos esfuerzos deben intensificarse para evitar que América Latina se convierta en un santuario para el terrorismo internacional.
El fortalecimiento de la seguridad fronteriza, la mejora de la cooperación en inteligencia y la creación de políticas más estrictas contra el financiamiento ilícito son esenciales para frenar el avance de Hezbolá en la región. Asimismo, es fundamental que los gobiernos latinoamericanos se desvinculen de alianzas con regímenes que promueven el terrorismo, para evitar que sus países se conviertan en piezas clave de la estrategia global de Hezbolá.
La presencia de este grupo en América Latina no es solo un problema regional, sino una amenaza global. Su combinación de terrorismo, crimen organizado y apoyo estatal le otorga un poder desestabilizador significativo. A medida que la región se enfrenta a este peligro, es imperativo que los países democráticos trabajen de la mano para proteger la estabilidad y la seguridad del continente, antes de que esta amenaza silenciosa se convierta en un problema fuera de control.